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No decir la verdad al ciudadano con los tributos que tiene que pagar –y, por ende, hacer trampas con el dinero de su bolsillo– no es correcto ni adecuado, ni tampoco rentable. Como dicen los jóvenes ahora, «no me renta».

Ante la intención, anunciada por el Partido Popular en Palma, de reducir los tipos del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), la contestación en redes sociales no se ha hecho esperar por miembros de la izquierda, y justamente por aquellos que han tenido responsabilidad en áreas de Hacienda del Ajuntament de Palma, señalando que «proposau baixar s’ibi de Palma? és moolt més baix que qualsevol ibi de municipi governat per @ppbalears (...) per ex, Sóller el té més d’un 60 % més car!! Per què no heu començat per allà? Vols més exemples?». Evidentemente, se refiere al tipo impositivo.
Como es fácil observar, en el cálculo de la cuota a pagar del IBI hay dos elementos: 1) el valor catastral del inmueble y 2) el tipo impositivo, de forma que la cuota se haya multiplicando uno por otro. Evidentemente, cuanto mayor es el valor catastral, más cuota se paga.

Les pondré un ejemplo sencillo: si dos inmuebles, de las mismas características, tienen un valor catastral en Palma de 200.000 euros y de 100.000 en otro municipio de Mallorca, el de Palma pagará, con el tipo actual del 0,445 %, 890 euros, mientras que en otro municipio que tenga, por ejemplo, un tipo más alto del 0,65 % –que es el caso de Sóller , pagaría 650 euros. Un 27 % menos.
Por tanto, el ciudadano de Palma se ve obligado a afrontar un mayor esfuerzo fiscal que el vecino de Sóller, a pesar de contar con un tipo notablemente menor.

Por eso, y dado que el Ayuntamiento no puede modificar los valores Catastrales, que se fijan desde el Gobierno de España, desde el Partido Popular proponemos la única alternativa para aliviar la presión fiscal en el ciudadano de Palma, que es mediante una bajada de tipos del IBI.

Estamos en un momento de inflación disparada, con un encarecimiento de todos los productos y un menor valor del dinero, y tenemos una economía en proceso de desaceleración, lo que nos hace vislumbrar un periodo complicado para el ciudadano desde el punto de vista económico. Y la única manera de combatirlo desde las administraciones públicas es reduciendo los tipos impositivos a fin de que el contribuyente pueda mantener su capacidad económica, que es el principio básico recogido en nuestra Constitución y que los todos los poderes públicos deberían cumplir.
Todo lo demás, «no me renta». Ni a mí, ni a los ciudadanos de Palma.