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Como en la fábula de Pedro y el lobo llegará el momento que las amenazas de ruptura del pacto de gobierno que enarbola periódicamente Més ni siquiera serán tomadas en serio. El recordatorio del cuento infantil lo formulaba una ex consellera socialista para expresar su irritación por los desmarques de los nacionalistas, que se dejan jirones de credibilidad en cada conflicto que plantean a sus socios del PSOE.

La última contienda ha sido provocada por la subvención de 1,8 millones al R.C.D. Mallorca, más o menos a pachas entre Consell de Mallorca, Govern de Baleares y Ayuntamiento de Palma, donde por cierto la portavoz de los nacionalistas dice desconocer que la institución municipal esté comprometida a tal dispendio. La pírrica victoria que se atribuye Més por haber obligado a sus socios a desvincular el acuerdo con la sociedad deportiva de la promoción turística, sobre la que se sustentaba la aportación presupuestaria pública al club, ha conseguido cuando menos empantanar el asunto obligando al Consell a encontrar la fórmula que permita mantener el compromiso económico. El abogado administrativista, Joan Alemany, ha declarado en este diario que la clave para pagar al Mallorca sería justificar el interés general, extremo que lleva a preguntarse de quién es el interés. Del Mallorca, sin duda; que sea general es más discutible.

Francina Armengol ha expresado su apoyo a la decisión por la importancia de la base social del club y porque todas las comunidades autónomas hacen los mismo. El segundo argumento conduciría al mal de muchos… y ni vale la pena tomarlo en consideración. Respecto a la base social, en efecto: unos 15.000 socios que demuestran su apego al club pagando religiosamente unas cuotas para nada modestas. En caso de que la subvención oficial fuera a servir para aliviar los costes de los socios implicaría un agravio comparativo con otras actividades, difícilmente defendible. Añadía la presidenta que la ciudadanía piensa en otras cuestiones que le afectan más: ¿quizá en que esos casi dos millones de euros podrían servir para aminorar la carga impositiva que pagan todos los ciudadanos? Al margen de filias y fobias futbolísticas el destino de tanto dinero público a una entidad privada no se sostiene sobre todo cuando el presidente del Mallorca, el norteamericano Andy Kholberg, afirmaba muy satisfecho, en una amplia entrevista en Ultima Hora el pasado martes, que «el club es muy sólido desde el punto de vista financiero».

A todo esto, el máximo dirigente de Més, Lluís Apesteguía, en plena vorágine de la discusión sobre la subvención al Mallorca se mostraba dispuesto a someter a la militancia de su partido la ruptura de la alianza del Govern si no se desligaba la aportación económica de la promoción turística, como así ha ocurrido, pero conformándose con que tal cantidad de dinero público mantenga el mismo destino, la caja de una empresa económicamente saneada. Mientras, las razones por las que hay que destinar todo ese dinero de los ciudadanos a una sociedad anónima deportiva mantiene la categoría de arcano solo al alcance de muy pocos. Y también ahí Més se ha quedado a mitad de camino, porque, como recordaba Torres Blasco, por grande que sea el marrón nunca, PSM antes y ahora Més, han abandonado motu propio un gobierno.