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No es una carta de amor, aunque parafraseando a José Luis de Vilallonga: «Un gobierno con Francina dentro, me gusta más». Supongo que gobernar con un conglomerado de ideólogos no es fácil, pero las mayorías ya son historia. Lo de las «competencias» se me hace grande, nunca sé si algo es competencia del Gobierno, del Ayuntamiento o de la Comunidad, pero sí que para ejercer competencias hay que ser competente y que por encima de todas ellas está la presidencia.

Aprovechando el clima veraniego, hay un par de cositas que quiero comentarte. La democracia es el espejo mágico donde evocar todas las imágenes, mirémonos en él. ¿Por qué la Dirección Insular de Patrimonio permite colgar carteles publicitarios en los jardines de La Misericòrdia? (Vea el artículo de Benet Bohigas). Yo, con la delicadeza que me caracteriza, le hubiera dicho al ideólogo de semejante necedad que se colgara los carteles en el culo y no en un edificio histórico de interés cultural. Y hablando de edificios, es muy sospechoso el empeño de la Gerencia de Urbanismo por cargarse las pinturas del hotel Artmadams, sólo se entiende si como cuenta ‘Chipi’ (Concepció Clar Forteza), trabajando en el Departamento de Disciplina Urbanística sus compañeros le regalaron un látigo en lugar de un máster de street art. Luego, está la cultura y el Teatro Principal, un departamento, el de Cultura, al que los políticos siempre «cargan el muerto» al más tonto de la clase.

Aquí tenemos a Catalina Solivellas Rotger, actriz, que trabajó en La Cubana (una especie de Xesc Forteza pero con mucha gente), ella, vinculada a la cocina, debería saber que el frit mallorquí no puede cocinarse con cardos borriqueros. Dejar el Teatro Principal en según qué manos es una temeridad, se puede amar a Llorenç Moyà y Guillem Cabrer sin tener que renunciar a Calderón. El teatro es el arte más hermoso y antiguo del mundo, antes que el hombre pintara en el interior de las cuevas, ya teatralizaba para poder cazar. Con el estómago vacío no hubiera pintado nada. El teatro es una responsabilidad y no puede estar en manos de los que piensan que el horizonte está en sus ojos y no en la realidad. Presidenta, ¿no podría hacer algo para arreglar els desbarats?