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El ocio nocturno es una especie de masa de aire caliente que se desplaza, con los años, de un sitio a otro de la ciudad. Es algo que todos queremos tener pero que nadie quiere soportar. En esta ciudad nos hemos movido de Gomila, hasta La Lonja, pasando por el paseo marítimo y ahora, la nube marchosa, cubre Santa Catalina. Es un problema común a muchas ciudades donde tampoco ha servido la fórmula de llevárselo a un polígono industrial porque, entre otras cosas, hay que ir en coche y luego los peligros y la pereza lo hacen todo más difícil.

Sin duda, mola más tener jolgorio en el centro. Santa Catalina está de moda, sobre todo para los que allí no pueden dormir. Y claro, cuando hay un problema, lo primero es buscar culpables, que siempre son todos los demás menos uno mismo. Ajuntament, policía, empresarios, vecinos, turistas, clientes, taxistas, oportunistas y camorreros, tienen todos una oportunidad de lujo para echar más leña al fuego. Y así nos va.

Gran error por parte de los empresarios de la zona culpando al equipo de Cort, con contrastada experiencia a la hora de resolver este tipo de conflictos a golpe de decreto, y a los vecinos por ser tan tiquismiquis. La culpa del follón de Santa Catalina la tiene sobre todo los clientes, que son los que la lían parda con el ruido en la calle y haciendo el ganso. No miren hacia otro lado.