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Gastar la palabra ‘derecho’ está de moda y el Estado insiste en el derecho a morir. Lo inquietante es cómo cuadra el derecho a ser exterminado con el derecho a la vida en el sentido de que si una organización oficial comete negligencia homicida o tortura lo paguen como un etarra. Ante tanto derecho a morir, ¿queda espacio para tu derecho a que no te maten ni dejen morir?
Es obvio que morir, antes que un ‘derecho’, fue convertido en algo deseable e inevitable por la mentalidad ‘pandemia’ de supervivientes. El superviviente ve muertos aunque le encante sentirse halagado por sus amos y amas cuando le cuidan. Millones perecerán, reza el credo cuyos fieles son los salvados vacuneros y los salvadores antivacunas.

Los antivacunas se las dan de oposición ‘inteligente’. No hay pasado ni futuro, el hombre es un robot arrogante sin pensamiento, sin acción ni habrá Juicio Final, pero forma parte de una comunidad salvados en el cielo terrenal frente a millones de moribundos. Pertenecer a esa masa limpia es estar en el cielo, comunidad donde el mal ni el error no existen. El Mesías Franco, guru del nazismo español triunfó así. Fascista es creer que nadie ni Dios juzgará a Franco por sus crímenes ni en el más allá ni en el pantano España, no hay Dios por encima del Mesías. Si una víctima del psicópata Franco como los 60.000 andaluces a quienes robó el hogar reclama que se lo devuelvan, la pandilla del Estado niega «tener los mecanismos para hacerlo». Nadie juzgará jamás a los psicópata líder ni se compensará a sus víctimas. Los más sádicos psicópatas son los más adorados por la sociedad de rabiosos fieles porque si ‘nosotros’ somos los buenos, el sadismo del psicópata con los ajenos nos asegura ‘quedarnos la casa’. En Navarra corría una canción en los 30: «el negrero volvió de Cuba y de golpe se volvió creyente».

Hoy en la sociedad autodivinizada hay rituales, como el pinchazo, a más dosis más cielo. Si no interesan los efectos evidentes es porque a los fieles no les importa demasiado morir, sino salvarse. Los otros, la oposición farsa New Age son supervivientes, pero no creen en la vacuna por elitistas y quieren rituales más ‘selectivos’, aunque también ven muertos a los fuera del grupo y malos condenados por ‘borregos’. Inventan chivos expiatorios para acallar a quien duda de que el estado sea Dios. Y si no crees que los masones hipnotizan a Sánchez, Macron, y a doctores enriquecidos , te sentencian más fanáticamente que nadie.