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Estamos asistiendo a un profundo cambio en la comunicación política. Todo buen mensaje tiene que ser claro, directo, no debe generar dudas ni una reflexión en el receptor que le haga cuestionarse a posteriori lo que le dicen desde las redes sociales. En la era de Tik-Tok y de Twitter, todo tiene que ser breve y pasar rápido porque el votante-espectador no está para aguantar sesudas disquisiciones sino para leer mensajes de 140 caracteres o para ver vídeos de 15 segundos. Todo mascado y de fácil digestión.

Así que, en esa política de lanzar ‘tuitulares’, en lugar de desarrollar titulares, hemos acabado todos convencidos de que el Gobierno de Pedro Sánchez pondrá un limite al precio de los alquileres o de que el Gobierno de Francina Armengol propiciará un decrecimiento de plazas turísticas que supondrá un cambio de paradigma para conseguir unas Islas post turísticas. Pero la realidad de Twitter o la de Tik-Tok es muy diferente a la de ese ciudadano que descubre que la limitación a los precios del alquiler solo afectará a los grandes tenedores o que las herramienta pensada para reducir plazas turísticas apenas recortará unas 15.000 –si llega– para un total de 625.000 que hay en estos momentos en todas las Islas.

En medio del ruido y de la competición de una noticia por hacerse hueco de forma rápida frente a la que le precede, hemos generado una bulimia informativa que desprecia la profundidad y el análisis. El problema está en los medios, pero también en esos políticos que siguen aferrados a los ‘tuitulares’ para no aclarar que eso de limitación de precios no le tocará a tu casero.