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Imaginen a un ejecutivo neoyorquino que, de la noche a la mañana, deja su apartamento con vistas a Central Park y su trabajo en Wall Street, hace las maletas y se sube en una caravana para contemplar el amanecer en las Montañas Rocosas... No es el guion de ninguna película ni una road movie grabada por adolescentes. Es la cruda realidad. El goteo incesante de trabajadores estadounidenses que han decidido renunciar a su empleo de manera voluntaria en los últimos tiempos. Este fenómeno, conocido como La Gran Renuncia y al que los sociólogos relacionan directamente con la pandemia, ha provocado que cerca de 4 millones de norteamericanos al mes cambien radicalmente de modelo social y de rutina para ganar en calidad de vida.

La falta de flexibilidad en el trabajo, las dificultades para conciliar la vida familiar, laboral y personal, son algunos de los factores que han provocado esta catarata de dimisiones de costa a costa que está encendiendo todas las alarmas. En España no se ha producido todavía este efecto contagio, aunque cada día son más (30.000 el año pasado según algunos estudios) las personas que se presentan en el trabajo con su renuncia bajo el brazo.

La pandemia que alteró nuestras costumbres, nuestra vida en 2020, también provocó en muchos ciudadanos la necesidad de resetear su modelo de vida. El teletrabajo contribuyó a ver la vida desde otro prisma, más cerca de los tuyos, y muchos de ellos no han regresado a la oficina. Han optado por hacer las maletas y cambiar de escenario. ¿Llegará esta Gran Renuncia a nuestro país?... Yo por si acaso me despido no vaya a ser que la próxima vez que me encarguen este artículo esté contemplando el atardecer al otro lado del mundo. Nunca se sabe...