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Después del histórico encuentro en Cuba entre Andrés Manuel López Obrador y Miguel Díaz Canel Bermúdez, sin lugar a dudas dos grandes estadistas de América Latina y el Caribe, se puede afirmar que las relaciones históricas político-socio-económicas entre ambos países-pueblos serán y ayudarán enormemente a que las relaciones a lo largo y ancho del Nuevo Mundo sean más fluidas, entrañables y sobre todo más antiimperialistas que nunca.

Basta recordar el discurso de bienvenida de Díaz Canel a su colega, sito: «Nuestro pueblo, querido presidente, amigo, lo recibe con gran cariño, respeto y admiración que se ha ganado usted, por sus numerosas expresiones y gestos hacia Cuba. Las relaciones entre México y Cuba, son como usted ha expresado históricas y entrañables... Y la Revolución Cubana le asegura que continuará su marcha triunfante de esperanza y de futuro, y que México siempre podrá contar con Cuba». No es casual ni por cortesía, sino por principios revolucionarios éticos, que ambos presidentes se trataron con respeto y admiración todo el tiempo en términos de amigo, de hermano.

Por otro lado, no descarto sino todo lo contrario la sustitución de la OEA, por algo parecido a la Unión Europea, un organismo verdaderamente autónomo no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras entidades. En asuntos de derechos humanos y democracia. Aun que lo aquí planteado, puede parecer un sueño, está claro que sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado y que en consecuencia vale la pena intentarlo. Es una gran tarea para buenos diplomáticos y políticos. López Obrador, con no poca convicción, con conocimiento de causa, poder de análisis y, sobre todo, valentía señaló el camino: «A título personal sostengo que yo no apuesto al fracaso de la Revolución Cubana, de su legado de justicia y de sus lecciones de independencia y dignidad. Yo nunca voy a participar con golpistas que conspiran contra los ideales de fraternidad universal. El retroceso es decadencia y desolación, es asunto de poder y no de humanidad, prefiero seguir manteniendo la esperanza de que la Revolución renacerá en La Revolución y aquí en Cuba es la nueva enseñanza mayor; este pueblo volverá a demostrar que la razón es más poderosa que la fuerza.» Sin lugar a dudas estamos en vísperas de grandes acontecimientos.