Los bancos de alimentos siguen siendo la última esperanza de muchos ciudadanos. Sin la Iglesia y sin tantas ONG que se desviven en la acogida de los exiliados ucranianos de la guerra salvaje e injusta que ha desatado Putin, la tragedia personal sería aún mucho más grave. Ahora que estamos obligados que hacer la declaración de la renta, tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer que una pequeña parte de nuestros impuestos, el 0,7 de nuestra cuota íntegra, vaya donde más se necesita. Dos casillas de esa declaración pueden decidir que las ONG y la Iglesia católica puedan seguir desarrollando una labor impagable, un trabajo que no hace nadie, que ese dinero llegue a personas con nombres y apellidos. Lo decidimos nosotros. La pandemia, lo ha dicho Caritas, ha condenado a once millones de españoles a la pobreza severa: la fractura social, la desigualdad es innegable, crece.
Dos cruces de nuevo
Palma03/05/22 3:59
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