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Se quejan los hoteleros de las Islas de que no encuentran mano de obra para trabajar en sus establecimientos por falta de personal, pero luego concretan que tampoco pueden traer gente desde la Península para trabajar en sus empresas porque, debido al alto coste de la vivienda en las Balears, no les compensa venir a trabajar a las Islas, ya que los precios de los alquileres no están al alcance de los sueldos que se van a llevar. Lo más curioso del caso es que todos sabemos que los sueldos que se pagan en la hostelería, en general, son de los más altos, eso, sin contar con las horas extras que, estando en plena temporada, suelen realizar y que les da una buena ganancia extra… pero resulta que ni aún con esta les es suficiente para poder venir a vivir a las Islas; no les compensa.

Y es que actualmente los precios de los alquileres y la venta de pisos en las Islas solo son asequibles y pagables para los habitantes de los países del norte de Europa, donde los sueldos duplican o triplican a los de las Islas, los nuestros. Y de este problema, en esa Europa que está unida en muchos ámbitos… menos en el económico, en esa Europa partida en dos mitades por la gran diferencia de sueldos y la injusticia social que ello crea, no hablan ni los socialistas. Ni Sánchez ni los de podemos lo mencionan, aunque ya sea más que evidente que a nosotros, a los que vivimos en los países del sur, nos están dejando el sitio de criados mientras que los del norte lo compran todo y se convierten en nuestros amos…

Por otro lado, cuando traen a sus empresas a las Islas, pagan con los sueldos de aquí y no dan ni un euro más, así que no tenemos salvación. Se trata de un neocolonialismo sutil que se va imponiendo con rapidez, y el que no lo vea será porque vive en otro mundo, o porque solo piensa en si mismo, o porque no tiene hijos y no se entera de que, con sus futuros sueldos, jamás podrán acceder a una viviendo que no sea de protección oficial. Si Europa existiera y el euro tuviera un poco de sentido que fuese hasta más allá de su uso común, los gobiernos no permitirían ese abuso porque ellos, las leyes, son los únicos que podrían pararlo y no permitir que Mallorca se convierta en un lugar inaccesible para los mallorquines.