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Si desde el inicio de la pandemia y por efecto del confinamiento se habló mucho del síndrome de la cabaña, cuadro clínico patológico con desasosiego, ansiedad, angustia, irritabilidad, etc., que empeoró mucho la salud mental de la gente, ahora que la pandemia parece que termina y ya no serán obligatorias las mascarillas, irrumpe con gran vigor psicológico el nuevo síndrome de la cara vacía. Eso de la cara vacía recuerda mucho a algún yokai japonés (espíritu maligno, demonio), de larga melena oscura que les cubre toda la cara como una cortina (las kejoro, por ejemplo), o a los más aterradores todavía gwisin coreanos (fantasmas) del mismo estilo, que tampoco tienen cara, o la tienen vacía tras el pelo. Un síndrome del copón, efectivamente, con raíces míticas y folklóricas del lejano oriente, nada menos. Pero no, se trata sólo de personas remisas a suprimir la mascarilla, ya porque se han acostumbrado a ella (en esta vida todo es cuestión de costumbres, y qué otra cosa es la psicología), ya porque no se fían y les da miedo salir desnudas de casa, ya porque no quieren enseñar la cara y prefieren seguir embozados. Como tanta gente en todas las épocas (conspiradores, frailes, guerreros, espías, etc.), y naturalmente como los superhéroes actuales, que por algo suelen ir enmascarados. Este síndrome del embozo, el rebozo y la máscara ya existía de toda la vida, mucho antes de que nadie estrenase mascarilla (sobre todo entre los políticos, siempre muy reacios a dar la cara), pero no se notaba porque aún no tenía nombre. Ahora sí, a los psicólogos y los telediarios les ha faltado tiempo para inventarse otro síndrome que supla al de la cabaña, todo sea por la salud mental. Qué agilidad psicológica la suya. Qué reflejos verbales. Aún estamos pensando si nos ponemos o no nos ponemos la mascarilla, y ya tenemos el futuro síndrome de la cara vacía. Que no es un yokai, ni un gwisin. Hasta la España vacía se llenará de caras vacías. Mucho vacío veo yo ahí, que habrá que llenar. ¿De qué? De más síndromes, lo han adivinado. Ya puedo adelantar el próximo. El Síndrome del Síndrome, una ansiedad enfermiza por descubrir nuevos síndromes, como quien ve fantasmas antiguos.