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Habiendo recibido oportunamente el libro póstumo del doctor Joan Corbella i Roig (Santa Coloma de Queralt, 1945-Mallorca, 2021), psiquiatra ilustre, muy conocido popularmente por sus programas televisivos, auténtico pozo de ciencia, hace poco fallecido y que podría seguir siendo muy útil con sus ideas para la vida educativa en el día a día de nuestras vivencias y convivencias, me congratulo de poder leerlo. Educar amb valors. Una eina per ser feliç me ha fascinado y, sobre todo, porque he dedicado no menos de cuatro décadas a la tarea pedagógica.

El texto es de una claridad diáfana, incluso diría franciscana, que podríamos interpretar con las figuras del ‘hermano maestro’ y el ‘hermano discípulo’, una dualidad que cuando no se da, mal andamos. Y los valores incuestionables como agentes movilizadores que puedan recoger en el punto más álgido la solidaridad, la verdad, la responsabilidad, la lealtad, la hospitalidad, la demanda de auxilio… Ver todo esto con la necesaria transparencia mental es complicado y el doctor Corbella se enfrenta al problema con decidida actitud. Analiza los comportamientos dentro del marco de proximidad de un consejero amigo. Se trata de una proximidad que nos acerque a valores sociales amplios que no caigan en el error de que todo es justificable.

Existe el bien y el mal como existe el eterno debate sobre lo que nos parece justo y lo que vemos como injusto. ¿Tiene dos caras lo que denominamos virtud? ¿Son una especie de corsé para la libertad humana determinadas ortodoxias religiosas? ¿Es la pasividad ante las cosas tóxicas que ocurren una triste cobardía? ¿Existe una ética natural capaz de prescindir de dictados doctrinales? ¿Pueden en algún momento justificarse las violencias y las agresiones? ¿Existen pecados colectivos y pecadores víctimas de la colectividad? ¿Es lo que llamamos patológico una senda siempre equivocada? ¿Es posible dentro de una familia descompuesta transmitir principios y valores? ¿Construye el maestro de escuela, sobre el alumno, una persona paralela? ¿Es la amistad intergeneracional una mutua fuente de intercambios determinantes? ¿Hasta dónde puede llegar el dominio de una persona sobre otra sin anular los rasgos de esa personalidad ajena?

Puede que cada persona sea un caso, un mundo individual, un manantial de opiniones que a veces salen de la oscuridad y otras se esconden tras una sonrisa. Creo que el doctor Corbella, como buen analista, contestó plenamente al cuestionario. Y con lectura entretenida.