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Resulta que gracias a un comunicado del palacio real marroquí que desvela por sorpresa una carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI, los españoles hemos tenido oportunidad de enterarnos de la última infamia que políticamente le teníamos reservado al Frente Polisario. Una sucesión de vergüenzas iniciada en noviembre de 1975 –un año después de que nuestro país propusiera llevar a cabo un referéndum de autodeterminación. Marruecos organizó la Marcha Verde, coincidente con la larga agonía de Franco.

Entre lo de entonces y lo de ahora no encontramos como españoles un solo motivo para no sentir vergüenza ante la política desplegada por nuestro país en el caso. Muy posiblemente, el Sáhara Occidental es la única colonia africana que no ha tenido derecho a la autodeterminación, a pesar de haberle sido concedido desde distintas instancias internacionales. Una situación anómala de por sí, alcanzó su punto máximo cuando en diciembre de 2020, el presiente de los EEUU, Donald Trump, decretó, así a las bravas, el reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara.

Al presente, cuando los recursos energéticos figuran como el principal objetivo, surge de nuevo el semiletárgico conflicto y las circunstancias en las que vive un pueblo saharaui, mal viviendo en el desierto argelino sin tener por el momento la menor opción de llegar a ser un país. Olvidados, oscurecidos, los ‘polisarios’, deben sonreír amargamente al contemplar la solidaridad, el entusiasmo caso dominguero que lleva a los españoles a ayudar a las gentes de Ucrania. Fraternidad, sí, naturalmente, pero con todos.