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Cuando estudiábamos Bachillerato, hace de ello unos años, se daba mucha importancia a la memoria, incluso en la asignatura Matemáticas. De un tiempo a esta parte, sin embargo, se le da muy poca importancia, incluso en la nueva ley de educación, conocida como ley Celaá, se prescinde totalmente. Se prescinde de las asignaturas de Humanidades. Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras (CC OO) decía que «resulta vital formar al ciudadano de la memoria, porque si se pierde, aparece el populismo, el racismo y la xenofobia».

El problema es que sólo pensamos en el hoy, en lo útil, en tanto en cuanto es productivo. El Centro Universitario de Artes de Madrid, ha rastreado la situación laboral de 615 antiguos alumnos. Entre ellos fotógrafos, músicos, cineastas, escenógrafos. Halló que el 64 % trabajaba en una profesión relacionada con su oficio. Porque estudiar una disciplina artística desarrolla habilidades de pensamiento, observación, razonamiento y trabajo en equipo esencial en la vida laboral.

Los profesores de arte, filosofía, música, historia, no tienen una varita mágica para convertir a sus estudiantes en ciudadanos críticos, reflexivos, autónomos, pero sí pueden ayudar a despertar el dolor de la lucidez en sus alumnos. No sé si serán más felices, pero, al menos, serán más conscientes.