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Leí una en una novela de Murakami un episodio en el que un asesino estaba muy nervioso y se relajaba rezando un Padrenuestro. Luego, ya más tranquilo, cometía el asesinato. La conciencia de los seres humanos se puede manipular. Se puede acallar y engañar. Y la conciencia se relaciona directamente con el subconsciente. El subconsciente humano es manipulable. Si uno lo bombardea con frases o pensamientos negativos, el subconsciente se lo cree y actúa de modo negativo. Y al contrario, si uno repite frases y pensamientos positivos, uno alcanza grandes metas. Se trata de creer. Si uno cree en sí mismo alcanza su objetivo. Objetivo en positivo u objetivo en negativo. Incluso se puede manipular el subconsciente de los pueblos, como han hecho los grandes dictadores. La gente cree en ellos y en lo que dicen, aunque sea mentira. La gente llega a matar y a morir por una idea que alguien sabe inculcarles desde lo alto. Analicen la frase: «A Dios rogando y con el mazo dando». Contiene dos recursos infalibles: la fe y la voluntad, creer y esforzarse.

Sólo por esta manejabilidad del subconsciente o de la conciencia puedo entender los grandes logros y los grandes disparates de la historia. ¿Cómo es posible que los pueblos se unan en torno a un líder y den su vida y la de sus hijos por seguirle? Y también, ¿cómo es posible que los grandes líderes estén convencidos de ‘su’ verdad? ¿Cómo es posible que su actuación desencadene masacres de pueblos enteros y no les duela la conciencia? No es que no les duela, es que la han adaptado a ‘su’ verdad y están convencidos de que hacen lo correcto. Incluso pueden ser muy devotos, y ocasionar el sufrimiento de medio mundo.

Ha habido muchos casos a lo largo de la historia, ya desde tiempos primitivos, y todavía los sigue habiendo. ¿Cómo está hecho el ser humano? Asusta pensarlo. Por eso es preferible a veces no pensar demasiado. Al fin y al cabo la conciencia que se impone siempre es la de los vencedores. Los vencidos son castigados, aunque sean los buenos, los vencedores son recompensados, aunque sean los malos, o como dijo Cruyff: «Si ganas, bien fútbol».