TW
1

Por mucho que la jerga woke sirva de aderezo a las iniciativas de los gobiernos de izquierdas, la mejor garantía para su concreción es el dinero que, controlado por los dirigentes políticos, se transforma a la vez en un poderoso instrumento para ahormar adhesiones. Lo woke (’despierto’, en inglés) ha emergido con fuerza en Estados Unidos y de ahí se expande al resto del mundo y cobija a los sectores de la izquierda más integrista y colectivos que hacen de la raza y el color de la piel, el sexo y la orientación sexual, y cualquier signo distintivo de minorías, su razón de ser; su alumbramiento más evidente es la imposición de normas, estúpidas en tantos casos, que hoy reconocemos como propias de la corrección política.

La adjetivación de izquierdas debe incluir: resiliencia, sostenibilidad, circularidad, perspectiva de género, ecología, inclusivo y alguno más todavía por implantar. No extraña, pues, que el decreto que esta semana ha convalidado el Parlament sea de la Circularidad y la Sostenibilidad del Turismo, cuyo desarrollo precisará de mucho dinero para cuya consecución las miradas se dirigen a los fondos europeos, un chaparrón de miles de millones que, en teoría desde ya y durante los próximos años, va a caer sobre las empresas y la economía de Baleares. La Oficina del Govern creada al efecto avanza que ha recibido ya 80 proyectos por valor de casi 1.300 millones de euros para: energías renovables, movilidad sostenible, modelo turístico y circularidad, digitalización, crecimiento inteligente, todo ello en el súmmum de los estándares de la corrección política, y, también, más prosaicos, para educación, sanidad, agua y vivienda.

A diferencia de los países europeos que han encomendado la responsabilidad de analizar proyectos y adjudicar financiaciones a comités técnicos independientes de la política, el Govern se autoasignó la tarea, eludiendo incluso cualquier posibilidad de control parlamentario. Mucho dinero, pues, a voluntad del Govern de PSOE, Podemos, y Més. En su defensa arguye que ha aprobado un Plan Antifraude de Fondos Europeos que pone el foco sobre el adjudicatario de las ayudas, mientras el Govern puede hacer y deshacer a su antojo.

La expectativa del dinero europeo puede aportar ángulos de visión diferentes al accidentado posicionamiento de la Federación Hotelera de Mallorca y de la Agrupación de Cadenas Hoteleras, cuando menos de sus representantes, respecto del decreto turístico ahora ya en trámite parlamentario: de la foto de sonrisas con Francina Armengol en la presentación inicial, a su descalificación por ideológico y electoralista, intervencionista y contrario a la libertad de mercado, al conocer que la nueva norma del Govern incluía una moratoria de plazas –de la que resulta especialmente perjudicado el alquiler vacacional–, y demandar su rectificación; y, por fin, después de una sin duda intensa reunión con el conseller del ramo, Iago Negueruela, de profesión inspector de trabajo, el dato no es nimio, regresaron los parabienes de los directivos empresariales.
El encuentro en el despacho del conseller y la posterior foto de la rueda de prensa conjunta llevó al subdirector del diario, Germà Ventayol, con la lucidez acostumbrada, a titular su comentario de esta manera: El matonismo de Negueruela.