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La verdad es que cuando uno recuerda los problemas que ha habido con la crisis y la pandemia para los trabajadores, echa de menos a unos sindicatos que estén ahí, en la calle, defendiéndonos, por ejemplo, contra el invisible pero real monopolio de las eléctricas. Pero ni los sindicatos ni los comunistas de Podemos se han dado por enterados. Del presidente Sánchez ya no hablo, es demasiado feliz para molestarle en su palacio.

El problema de fondo es que en nuestro país la existencia de los sindicatos depende de los dineros que el gobierno de turno les asigne. A partir de ahí la trampa se hace evidente: ¿Cómo van a criticar los sindicatos al partido del cual depende su existencia? Es lo que le pasa a Podemos, desde que consiguieron silla van con mucho cuidado con lo que dicen de Sánchez –ni mascarilla gratis exigieron–. Pero me centraré en los sindicatos porque está claro que mientras los sindicatos dependan del gobierno no serán libres. No lo son, porque si Sánchez o cualquier otro presidente les quitase las subvenciones, miles de sindicalistas se quedarían en la calle. Por eso callan. La solución sería muy fácil: que por ley cada trabajador tuviera que entregar cinco euros mensuales destinados a los sindicatos. Eso ya se hace en otros países.

Después cada trabajador vota el sindicato que prefiere y, por último, los sindicatos, según la cantidad de votos que reciben perciben una cantidad proporcional del dinero destinado para que puedan actuar en defensa de los trabajadores. Lo importante es que esos sindicatos son libres para quejarse sin que de ello dependa su supervivencia. Y los defienden sin miedo, porque saben que, si no se preocupan de los problemas reales de los trabajadores, en las siguientes elecciones perderán votos y poder. Por eso no entiendo que los progresistas, nuestros adalides de la libertad y el progreso, sigan consintiendo este funcionamiento de dependencia que nada tiene que ver con la libertad sino todo lo contrario; es todo un atentado contra la democracia y el poder de los trabajadores. Pero ni siquiera los sindicatos exigen esa ley que les haría libres y dejarían de ser unos monigotes en manos del poder establecido… pero no lo hacen porque eso sí que sería comprometido.