Ahora que estamos en medio del embrollo ecológico es cuando algunos se despiertan del sueño de las mil y una noches, entusiasmados con el crecimiento del cemento asfixiante, autorizado por los políticos con mando en muchas poblaciones, que actualmente quedaron obsoletas y vergonzosamente deslucidas, sucias, sin reparar, ni limpiar los horrendos grafitis en puertas y fachadas; bancos rotos, escalones gastados, donde la gente puede romperse la crisma. ¿No les da vergüenza, señores regidores? En primer lugar: el ínclito alcalde de la ciudad de Palma, que aparte de cortar árboles del castillo de Bellver (patrimonio nacional), está instalando un montón de cachivaches pintados de colorines vivos; como toboganes, columpios, caballitos, etcétera, es decir: un parque infantil, unos bancos, quizá un bar, un retrete y un servicio de limpieza y otras filigranas. Apuesto a que en tres meses estará hecho una soberana porquería.
Barrabasadas
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