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El Régimen de la Protección presume de una doctrina: «proteger a los nuestros con test o lo que sea». La frase es de una experta en «proteger a la mujer» frente a quien no lo es. Los míos se ‘protegen’ de los que no son como yo. ¿Agrediendo? El Estado salvador triunfó al armar a las masas de lo que más deseaban: una justificación para marcar implacablemente a quien consideren ‘ajenos a los míos’. Los fanáticos merecen rango principesco, dos, sentencian primero a sus hijos si dejan de tratarles como a Dios o si sirve para seguir en la manada divina. Tanto los progenitores-secta como el Estado-secta consideran culpable al niño o al súbdito hasta que demuestre que es subanimal depredador. Y tres, dirigen una hidra contra un chivo expiatorio. Como el psicópata quiere que le prestes atención exclusiva, si un hijo atiende a su mascota, lo calumniarán de ‘egoísta’, lo calumniarán acusando de lo que es el propio líder, secuaces y seguidoras: ultraegoístas.

¿Cuidarse no es egoísta? Sin embargo, proyectan de ‘egoístas’ a quienes no sigan a los técnicos. Las sectas linchan para crear una comunidad de ególatras y patanes, ladrones, depredadores y sádicos que creen desprenderse de esos pecados proyectándolos en quien no participe. En la polémica Paz Padilla con Belén Esteban, la primera duda de la jeringa. La princesa de ‘lo mío’ entonces denigró a la «egoísta» Padilla escéptica de la jeringa-Espíritu Santo. ¿ Fanatismo? La substancia es lo de menos, lo importante es que quienes participen del ritual se sientan superviventes. ‘Proteger’ es declarar la guerra a quien no soy yo y no importa si se crea ‘comunidad’ con jeringa, test, con masajes o antisemitismo.

La sociedad ofrece un cómodo método para declarar enemigos linchables. En un medio español, se publicó que Miguel Bosé, muy malo por negar que las voces del Estado sean Dios, literalmente «merece morir de COVID». El ritual del divino Yo es solo voluntario para adultos. Los niños, ¿pueden escoger? No. Hablar de jeringa a niños es forzarles. Periódicos de Argentina como El Federalista informaban el 17 de diciembre que la niña de tres años Ambar Suárez, que jugaba con sus mascotas, murió de infarto al día siguiente de la inyección. Sin embargo, ¿a quien de los que «matan por los suyos» le importa? E idolatrar al Yo reflejado en mi comunidad importante más que vivir jugando con mascotas. ¿A quién molesta? No a quienes claman por linchar a Miguel Bosé.