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Qué bello es vivir cuenta la historia de George, una persona que, a lo largo de toda su vida, renuncia y pierde una y otra vez la oportunidad de hacer lo que desea para que su familia, los vecinos de su pueblo y sus amigos puedan cumplir sus sueños. Un buen día, sin embargo, cae en manos de su oponente una fuerte suma de dinero que necesita para prestar a la gente. Creyéndose fracasado, se dirige a un puente dispuesto a suicidarse y entonces se le presenta Clarence, un ángel de segunda que necesita hacer algo para obtener las alas. Le pregunta qué le pasa y George le dice: «Quisiera no haber nacido».

Clarence le muestra entonces su ciudad sin él. Su hermano habría muerto porque él no habría nacido para salvarle la vida. El farmacéutico habría ido a la cárcel porque George no le habría servido de mancebo corrigiéndole un error en una fórmula. Sus pobladores no tendrían casa porque él no se las habría construido. George camina por los alrededores contemplando el desolado panorama. «¿Y tú quién eres?», le pregunta a Clarence. «Soy tu ángel de la guarda». Un viandante reconoce a George, le saluda lleno de júbilo y George decide volver al pueblo a enfrentarse con el embargo que le amenaza. Clarence, por su parte, obtiene sus alas y Frank Capra, director de la película declara: «El hombre es esencialmente bueno, un átomo viviente de la Divinidad». Sin embargo, en Palma de Mallorca, un hombre se quita la vida el día anterior a su presentación ante los tribunales sin haber sido escuchado.

No tenemos derecho a quitarle la esperanza a ningún ser humano ni a arrebatarle el deseo de vivir. Si un hombre se quita la vida porque tiene miedo de nuestra Justicia, porque siente vergüenza de lo que ha hecho y no espera ninguna misericordia de nosotros, entonces un hombre se quita la vida para nuestra vergüenza.