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Como quien esto escribe tiene vida más allá de las presentes columnas y se preocupa más de ella que de las mismas, siempre se sorprende al recibir del respetable lo que ahora se llama feedback, y que consiste en que te digan lo mucho que les ha gustado y/o convencido tal o cual. Y entre las (por lo visto) más famosas está una titulada ‘De patucos y preservativos’ en la que comparaba los (execrables) patucos de plástico que te dan en el aeropuerto de las islas cuando te obligan a descalzarte, con la poca seguridad que ofrecerían unos preservativos con un diseño igual de malo.

Pues bien, mira tú por dónde que el otro día comprobé que han modificado los susodichos patucos alargándolos un poquito más, lo cual podría llenarme de orgullo y satisfacción pensando en que alguien de las altas esferas leyó mi susodicha columna y decidió remediar un importante problema de salud (tanto gel hidroalcohólico para las manos, tan poco cuidado para los pies, en un sitio transitadísimo), pensando en que a nadie le gustaría usar condones tan poco efectivos.

La lástima del asunto es que el cambio de diseño no mejora prácticamente nada la situación, porque las dichosas fundas plásticas se siguen saliendo todo el rato… lo cual me lleva a pensar que si alguno de esas altas esferas llega a leerme de absoluta casualidad, lo único que dirá será que esto es solo una opinión escrita en un periódico de una persona cualquiera, y que por lo tanto no tiene ninguna importancia.