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Alguien dijo que desdichado era aquel que dormía en el mañana, que un hoy vale por dos mañanas y lo que hoy no queremos es lo que echaremos de menos el resto de nuestros días. Ello obedece a que la mayoría de las veces estamos en el escenario sin estar en realidad en el mismo. Pasarán muchos años hasta que comprendamos el guión que nos fue dado para interpretar esa escena ya que la vida se resume en esa colección de escenas vividas donde no siempre se nos concede otra toma igual. Ahí nace el eterno sufrimiento del hombre, el estar lamentándose por todo lo que no tiene, incluso por lo que sí tiene, porque la premisa para ello es la insatisfacción general por lo que le rodea.

La asignatura más difícil a la que nos enfrentamos es aprender a valorar, en el sentido más amplio que pueda existir. Lo tenemos todo, empezando por tener la oportunidad de levantarnos e iniciar un nuevo día, algo que damos egoístamente por hecho cuando en realidad se trata de un regalo donde poder reescribir todo aquello que en sueños imaginamos. Dicen que los sueños caducan, sin embargo, si transcurrido un considerable tiempo son recurrentes es porque tal vez ha llegado la hora de darles forma porque ello se convertirá en una ilusión y las ilusiones son las razones por las que merece la pena levantarse rumbo hacia un propósito. Sí, lo realmente importante son las victorias que se van sucediendo en nuestro interior, esos pequeños triunfos que nos ocurren en silencio, bendito tesoro. Cuanto menos cuenten y compartan sus ilusiones será cuando mejor les irá y cuando podrán, con suerte, verlas cumplidas. De lo contrario, lo que para ustedes parecía grandioso, quedará reducido a una insignificancia desdeñable.

El sabio no nació como tal sino que se convirtió poniendo en duda lo que a sus oídos llegaba, cruzando la vastedad del desierto y navegando por intransitables mares. Nada hay más satisfactorio que los logros personales, especialmente de los que podemos aprender aún y habiendo fracasado. Es muy cierto que se vive una sola vez y se sobrevive todos los días, que lo que es para uno con el tiempo va llegando y lo que no, el mismo tiempo se lo va llevando. No olviden, mientras puedan, que cuentan con el hoy, eterno momento que se detiene y donde pueden coger todo el impulso para dar ese paso porque, como bien escribió Antonio Machado, hoy es siempre, todavía...