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Mucho me temo que falta mucho camino para que Baleares se convierta en la Silicon Valley del Mediterráneo, pese a los discursos de nuestros políticos sobre la importancia de investigar, de atraer a científicos y, poco a poco, diversificar la economía balear y, por supuesto, frenar la llegada de turistas. El discurso es precioso, pero la realidad demuestra que no vamos por el mejor camino. ‘La victoria del doctor Escribá con su antitumoral en EEUU y Europa tras ser masacrado en Palma’ es el titular de la información publicada por Elespañol hace unos días. La publicación añade que «una oncóloga le denuncio por estafador, su universidad le impidió dar clases durante un cuatrimestre y recibió amenazas de muerte por email, pero tras cuatro años su fármaco dispara las expectativas de su compañía».

La gran noticia para estos investigadores amenazados y perseguidos en Palma es que su medicamento acaba de conseguir el estatus de ‘orphan drug’ por la FDA, el organismo que regula fármacos y alimentos en EEUU. Este futuro medicamento ha pasado de llamarse Minerval a denominarse Laminar. Además, estos investigadores acaban de conseguir una cuarta ronda de financiación a través de ‘crowdfunding’ y tiene el apoyo de más de 500 personas y empresas. El objetivo es que el fármaco, una vez se aprobado, sea una opción terapéutica para los afectados por glioma, algo que puede ocurrir en dos o tres años.
Pero recordemos cómo trata a sus investigadores la Silicon Valley del Mediterráneo. En abril de 2017 a Policía Nacional emitió un comunicado para informar que habían sido «Detenidas cinco personas que estafaron más de 600.000 euros con la venta de un falso medicamento para curar el cáncer». La realidad es que nunca fueron detenidos ya que solo acudieron a declarar ante la policía. Tampoco era un falso medicamento sino un complemento alimenticio que, además, estaba autorizado por la Unión Europea.

Escribá fue expedientado por la UIB en plena vorágine mediática. Dejó de dar clases durante cuatro meses. Lamentablemente para algunos el juez que instruyó el caso lo archivó en dos ocasiones. La Fiscalía intentó sin éxito reactivar la causa. Mientras, la Conselleria de Salut de la futura Silicon Valley del Mediterráneo expedientó al profesor y le impuso una multa de 600.000 euros. Voy a ahorrarles todos los titulares que se publicaron durante esos días, pero sí me ha llamado la atención un artículo de opinión donde se descalificaba a los investigadores, les llamaba «presuntos delincuentes», ridiculizaba al abogado que habían contratado para su defensa, y exigía que el rector de la UIB no se presentase a la reelección por este asunto. Todo esto cuando apenas se comenzaba a investigar por el juez la denuncia por la venta de un ‘falso medicamento’ que en realidad era un complemento alimenticio totalmente legal.

Yo espero que esta historia no llegue a los investigadores que tengan la intención de instalarse en la futura Silicon Valley del Mediterráneo, pero ya le aviso al doctor Escribá y a su equipo de investigadores que si su medicamento recibe la aprobación definitiva para curar el cáncer habrá bofetadas de políticos para hacerse fotos con él. Me tranquiliza releer el primer discurso de Armengol como presidenta cuando prometió sustituir «el modelo que nos ha llevado a la actual crisis para convertir a Baleares en una suerte de Silicon Valley, cuyos motores productivos serán el conocimiento, la innovación, la ciencia, las nuevas tecnologías y las energías renovables». Pues no parece que vayamos por el mejor camino.