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Estoy dispuesto a no llevarles la contraria a quienes afirman que la vejez llega de forma inesperada. Algo que posiblemente guarde relación con lo dicho por Montesquieu, quien consideraba una desgracia que exista un intervalo tan pequeño entre el tiempo que somos demasiado jóvenes y el tiempo que somos demasiado viejos. Resulta chocante que seamos capaces de convertir un factor teóricamente tan objetivo como la edad cronológica en algo subjetivo. Lo de sentir la edad que se tiene, sometido a las correspondientes dosis de optimismo o pesimismo, forma parte del entramado de reflexiones de corto vuelo y de conversaciones generalmente amables en cualquier sociedad ‘civilizada’, singularmente a partir de una cierta edad. Y, como era de esperar, en estos tiempos de culto a una salud amenazada, surgen estudios al respecto. Fijémonos en el de Manuel Castillo, Edad cronológica versus edad real. ¿Qué edad creen que tienen los españoles? A su juicio, sólo el 15 % de la población se ve mayor de lo que es. Hay que ver lo agradecidos que somos, ya que al vernos menos viejos, afirma el autor, nos percibimos con mejor salud, física y emocional, mejor dotados para las relaciones, comemos más sano, hacemos más ejercicio y, en lo que yo personalmente considero un alarde por parte del autor, nos vacunamos más. Menudo plumerazo que se le acaba de ver, señor Castillo. Pero bueno, es su ensayo y su derecho. Y como he decidido argumentar lo contrario, cabe reseñar que quienes se perciben con menor edad de la real se «rejuvenecen». Aquí no hay quien acabe descontento. Digamos que se trata de un ensayo hecho para quedar bien.