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Hace algunos años –no tantos que la memoria colectiva haya olvidado los hechos– se partió en dos, frente a las costas de Galicia, un barco cargado de petróleo. Se partió en dos, se puso a expulsar su cargamento y el combustible flotaba, flotaba y navegaba hacia tierra firme. A la sustancia resultante de la mezcla del óleo con la arena se le llamó chapapote, veneno en estado puro para el marisco, la pesca, la fauna marina.

Los habitantes de la zona se dieron, en el acto, a la tarea de limpiar aquel repugnante barro, pescadores de toda España acudieron al rescate y la presencia de los colegas mallorquines fue especialmente apreciada porque no se presentaron con lo puesto a dar molestias, no señor, acudieron con pico, pala y se pusieron a la tarea. Los abrazos después. Y los abrazos llegaron en verano, el día de la Virgen del Carmen, cuando gaiteros gallegos le llevaron serenata para recibirla en el puerto. De pescadores.

En tiempo presente, europeos, norteamericanos, occidentales varios se van de Afganistán expulsados por autoridades nuevas ¿Se trata de una huida cobarde, de evitar una guerra civil o de ambas cosas? No se sabe, pero uno de las consecuencias más temidas es la pérdida de la escolarización ya iniciada de las niñas El desarrollo de la mujer dependerá, sobre todo, de las madres afganas. La democracia no es un sistema jurídico, es una manera de ser y se impone en la medida en que la suma de los individuos la sostiene. El fanatismo, por el contrario, es una enfermedad que alcanza a los cristianos, nativos o no, reducidos de nuevo al silencio de las catacumbas. Hoy, igual que ayer, estaremos allí donde somos necesitados porque está escrito: «Yo te haré pescador de hombres».