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Están las redes removidas estos días por aquello de que acaba de anunciarse que una conocida página web (por lo visto ahora las llaman ‘portales’, aunque su nombre propio no lo voy a citar por aquello de no hacerles más publicidad), en la que el usuario se suscribe mediante pago para acceder a contenidos exclusivos de personas concretas, va a dejar de permitir la publicación de material sexual explícito. Como lo leen.

Y como seguramente la mayoría de mis lectores no serán precisamente jóvenes, es probable que muchos y muchas se están preguntando qué sentido tiene entonces suscribirse a una página para tener un contenido exclusivo que no sea sexual… y esa, precisamente esa, es la gran controversia a la que nadie quiere referirse. Porque desde luego, cualquiera puede subir contenido particular a cambio de pago y la gente puede querer pagar por ello (léase clases de cocina, de gimnasia, producciones musicales o audiovisuales…), pero la verdad (’la triste verdad’, dirían algunos) es que la mayor parte de esos ingresos son por vídeos (y fotos) de contenidos relacionados con el eros.

¿Y entonces, qué va a pasar ahora? Pues como siempre, que habrá otro invento semejante más oscuro y menos regulado para que siga sucediendo lo mismo, porque como ha pasado a lo largo de la historia, lo que quieren los puritanos que se rasgan las vestiduras con estas cosas no es tanto que dejen de hacerse como que se hagan con discreción, porque si no, vaya usted a saber a dónde iríamos a parar…