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Hace tiempo que aprendí que este mundo no tiene solución. Formas de entender la vida antagónicas, asimetría cultural, religiones que basan el poder en el miedo, la represión y otros muchos factores lo evidencian. Los occidentales tenemos el mal hábito de querer interpretarlo todo según nuestro criterio.

Lo de Afganistán estaba cantado. Británicos, rusos y ahora los americanos han errado en su estrategia. Vietnam nos enseñó que las guerras contra organizaciones que dominan la guerrilla siempre se pierden. Me aburren los análisis geoestratégicos siempre interpretados según el maniqueísmo de lo bueno nuestro y lo malo de los demás, no conducen a nada. Visto el fracaso, ahora lo que interesa es que la Comunidad internacional se posiciones sobre la esclavitud, vejación y desprecio hacia las mujeres afganas.

No seamos ilusos, a la política le importa poco todo lo humano y solidario. Debemos ser la sociedad civil mundial los que debemos presionar para obligar de alguna manera a los Estados a reaccionar. Me temo que sea imposible, pero debemos intentarlo. No es cuestión de feminismo, ni de ideologías. Es solidaridad con las mártires. La UE, no debe preocuparse sólo de la ola de inmigración, o reunir a la OTAN. Exijo que la comisión de derechos humanos internacionales se ponga a trabajar. Buscar aliados internacionales que puedan presionar para evitar la tragedia que les espera a las mujeres afganas. La sumisión total a los hombres, la anulación de la capacidad de decidir, la nula capacidad de desarrollarse como personas. El convertirse en un objeto propiedad de los hombres. Reflexionemos y empecemos.