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L a familia humana de todo el mundo consta de 6.000 millones de personas. Entre ellas, 3.000 millones son creyentes, a su manera, en un solo Dios. Esta familia monoteísta está integrada por cinco religiones: judaísmo, cristianismo, islamismo, hinduismo y budismo. La esencia del judaísmo radica en el sentido de la alianza con Dios. La aportación monoteísta del islamismo es la sumisión incondicional a Dios.

La serena sabiduría de buscar a Dios, único Creador (Brahma) es la aspiración suprema del hinduismo que Blaise Pascal anima con aquella famosa frase: «No buscarías a Dios si no lo hubieras encontrado». El budismo es la actitud radical del vacío o liberación de todo deseo desordenado; así se entra en la divina felicidad (Nirvana); una actitud que sus místicos se atrevieron a resumir con estas frases: «A mucho desear corresponde mucho penar, a poco desear corresponde poco penar y a nada desear corresponde nada penar».

Y la principal aportación monoteísta del cristianismo es la plena confianza en Dios, como expresión y fundamento del amor. Para un seguidor de Jesús, para un cristiano, el punto clave que determina la pertenencia a la comunidad de Jesús es éste: ¿confías en mí? El primer paso para seguirle es confiar en Él. Después vienen las consecuencias: orar, amar a los demás, etc.