Vaya por delante que de deporte no sé nada, pero no puedo evitar la tentación de observar desde lejos –y desde mi completa ignorancia– unos Juegos Olímpicos que entusiasman a millones de personas. Recuerdo con claridad el fervor olímpico que se desató en España con motivo de la celebración de Barcelona’92, cuando de pronto parecía que nos habíamos aupado, por fin, a ese reducido club de países que potencian el deporte y apuestan por la vida sana y la excelencia. Fue un espejismo. Pero uno muy bonito. Además de convertir a la Ciudad Condal en el ombligo del mundo, lo que ha dejado un jugoso poso turístico, demostramos al planeta entero que en el país de la chapuza y la trampa también sabíamos ser serios cuando hace falta y organizar unos Juegos que aún se recuerdan con orgullo.
Juegos Olímpicos
Palma09/08/21 3:59
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