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El enfermizo empeño en unificar criterios es uno de los rasgos distintivos de la humanidad; ni a las ratas ni a los perros se les ocurrió nunca tan disparatada empresa, su criterio es que allá cada cual con su criterio. Es probable que si los extraterrestres nos rehúyen sea por el estupor que les produce esta manía, y el temor a que intentemos unificar también sus criterios. El fútbol, por citar algo serio, lleva cien años tratando de unificar criterios arbitrales, pues si los dispares criterios de la afición no importan, los del árbitro sí. Quimérica pretensión. El VAR iba a lograr definitivamente esa meta tan soñada, pero sólo ha servido para multiplicar los criterios arbitrales con ayuda tecnológica. No hay manera, porque el árbitro es el árbitro, y veinte árbitros son veinte árbitros, es decir, veinte criterios. ¡Distinto rasero! ¡Doble vara de medir!, clama la afición.

!Disparidad de criterios!, denuncia la prensa deportiva. Y si el fútbol no ha conseguido unificar los arbitrajes en un siglo, cómo vas a unificar, ni siquiera armonizar, los criterios judiciales. Imposible. Esto viene a cuento del barullo que se ha liado con el fin del estado de alarma, cuando los jueces, convertidos en epidemiólogos por puñetas (puñetas gubernamentales), deben determinar si las medidas restrictivas de las comunidades son o no de legal aplicación. Y naturalmente, unos determinan una cosa y otros la contraria. Siempre a su criterio, cómo no. A quién se le ocurre querer unificar jueces, o espantarse por el hecho habitual de que cada cual tiene su criterio, que otros rebaten. El criterio propio, incluido el mío, es como la fiscalidad. Tramposo, aleatorio, discutible. Ni siquiera los sabios científicos y filósofos han logrado unificar criterios; al contrario, son históricas sus escabechinas por diferencia de criterio. Cómo vas a exigir uniformidad a los jueces. O a los políticos. El PP ya acusa al Gobierno de los muertos que provocará; Sánchez dice que el estado de alarma es pasado, y hay que mirar al futuro. Irrisorio. Sí, hay más criterios distintos que mosquitos en verano. Pero a mi criterio, no vale la pena alborotarse tanto. Ni montar un cisco por el arbitraje del VAR.