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Los eternos rivales Madrid y Barça, en el nuevo fútbol de la Superliga, marchan hombro con hombro, son lo mismo y son como son. Supremacistas, soberanistas, antideportivos, obsesionados por el dinero, embusteros redomados y decididos a ganar siempre. Puesto que la política sigue hace tiempo el modelo del fútbol (ganar, ganar, ganar), tras tantas elecciones identitarias en las que no se presentan políticas sino identidades propias, sentimientos, moditos de ser y esencias diferenciales que singularizan a un colectivo, por fuerza acabamos sabiendo cómo es dicha colectividad. Siendo así que las colectividades no son de ninguna manera, y probablemente las personas tampoco. Y si lo fuesen, no hay porqué exhibirlo como programa de gobierno. Ya sabíamos cómo son los catalanes, los buenos catalanes me refiero, y ahora estamos a punto de saber cómo son los madrileños, es decir, los auténticos madrileños. Que son como son, y están en plena campaña electoral madridista para que todos nos enteremos. He aquí un conocimiento que sólo interesa a psicólogos, sociólogos, cotillas, reality shows de televisión y escritores costumbristas. Un saber idiota que sólo da disgustos. Por cortesía, jamás se me ha ocurrido saber cómo son mis amigos, amantes o familiares; que sean lo que prefieran en cada momento. Y si no quiero saber estas intimidades de mis seres queridos, figúrense de los demás. Vergüenza me da saber según qué. Pero como las elecciones madrileñas, igual que las catalanas, ya no se celebran para decidir qué hacemos sino quiénes somos, de dónde venimos y disparates por el estilo, te enteras quieras o no. De cómo son. ¿Y cómo son? Pues como el Madrid y el Barça, siempre enfrentados, pero compinches en esa colosal identidad propia que no les cabe en el cuerpo, y en su afán soberanista de jugar una Superliga que colme sus ambiciones financieras. La política cada vez se parece más al fútbol, y recuerdo que me quité del fútbol hace años por su similitud con la política en el manejo de emociones y negocios. Mi intención era avisar de que no caigan en la sucia trampa de las identidades excelsas, pero entre el fútbol y la campaña madrileña me lo han puesto muy difícil. Cómo somos.