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Los actos contra el turismo que protagonizan este verano las juventudes de la CUP, Arran, no pasan de ser anécdotas. Será por la falta de noticias que los medios les dan una importancia y cobertura que no tienen ni merecen. Fíjense: Arran en Baleares tiene apenas 20 miembros. ¿En serio alguien puede preocuparse por lo que haga un grupo tan reducido de entusiastas jóvenes? ¿De veras vale la pena montar operativos policiales para identificar a su “cabecilla” –por cierto, para información de la Delegada del Gobierno, María Salom, que talmente dijo: Arran no tienen dirigentes, son todos a una y pueden serlo por ser tan pocos- con la intención de multarlo? ¿No sería más provechoso para el conjunto social que los agentes se dedicaran a su trabajo en vez de perder el tiempo en estas chorradas?... Además, lo de estos chicos no deja de ser una llamada de atención sobre el serio problema de la saturación turística. No sólo pasa aquí, tal cosa. También la padecen en Barcelona, Roma, Venecia, Dubrovnik… y cada vez hay en estos sitios, y otros, más muestras de descontento popular. Es un fenómeno que se va extendiendo progresivamente, a medida que el número de turistas crece y crece y crece. Según los datos de la Organización Mundial del Turismo en 2016 se produjeron 1.200 millones de movimientos turísticos internacionales y en 2020 la previsión espera que sean 1.600. De los cuales la mitad europeos. Cabe suponer que una buena parte de esos aproximadamente 600 millones de movimientos internaciones europeos actuales buscan el Mediterráneo durante el verano. Así que el problema de hacer frente a esa masa no es de Palma, ni de Mallorca, ni de Ibiza, ni de Baleares… sino es cada vez más global en el sur de Europa. Ante un fenómeno así, tan masivo, los intentos de acabar con la saturación que pergeña falsamente el Govern, como con la ley de pisos turísticos, no van a servir de nada, es como intentar vaciar el Mediterráneo sacando el agua cubo a cubo. Lo mismo pasa con la metafórica caza al turista de Arran. Con la diferencia que mientras a estos chicos no se les tiene porqué exigir conocimiento de causa a nuestro Govern, y por extensión a todos nuestros políticos, por supuesto que sí. Y ahí radica el problema, ésta es la cuestión. Que actúan como si no lo tuvieran. Lo primero que se debería sería debatir si de veras existe un problema de saturación turística y cuál es su alcance y magnitud, porque ni siquiera está claro que se dé con la gravedad que algunas voces pretenden, como las del GOB, Podemos, parte de Més y resto de apocalípticos izquierdistas. Si es que no, pues ancha es Castilla. Si sí, a la sazón hay que tomar medidas. Medida, más bien. Sólo hay una posible: impuestos. Aumentar muchísimo la ecotasa y crear nuevos gravámenes a todo tipo de empresas relacionadas con el turismo y así se encarecerá tanto la oferta que se contraerá la demanaen y en cuestión de un par o tres años volveremos a tener unos 10 millones de visitantes extranjeros, que es un límite razonable, según dicen algunos con pretensión de expertos. Ahora bien, también –debe recordarse- cabe armarse de valentía porque pasar de 13 millones de turistas extranjeros en 2016 a 10 millones en ese supuesto futuro supondría una pérdida de muchos miles de puestos de trabajo. Si se habla en serio del límite turístico hay que asumir ese coste. Si no, sigamos como hasta ahora, quejémonos, no hagamos nada y perdamos el tiempo fijándonos en Arran y otras anécdotas veraniegas.