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La muerte de Rita Barberá ha impactado de lleno en el PP. Su ínclito portavoz parlamentario, Rafael Hernando, ha llegado a decir, para intentar disimular que se la quitaron de encima cuando les molestó en demasía, que la “apartaron” para “alejarla” de las “hienas” y que sin embargo éstas siguieron “persiguiéndola”. Para hiena hipócrita él mismo que celebraba su defenestración con tanta sinceridad como lamenta ahora su muerte.

Otrosí: los dirigentes del PP suponen y sus medios de comunicación afines fantasean con que “algunos”, o sea las cabeceras progresistas, se ensañaron con la senadora conservadora, una injusticia a su parecer porque al fin y al cabo de lo que se trataba judicialmente era de “sólo 1.000 euros”. Mentira. La acusación fiscal que se cernía sobre su cabeza era grave. De blanqueo de capitales. Delito penado entre seis meses y seis años de prisión. Nada de una cosa sin importancia. Es más, sospechosos del mismo delito, tuvieron que dimitir todos sus concejales, a los que ella mandaba -un detalle, éste, que tampoco carece de importancia- e incluso su partido, el PP, está bajo sospecha de haberse financiado irregularmente a través de ese blanqueo de capitales cuyo origen podrían ser comisiones ilegales. Un marrón muy feo. Cierto: no hay culpables todavía. No, pero sí inocentes que están bajo sospecha y por eso, con todas las garantías judiciales, están imputados. Barberá fue uno de ellos. Así que nada de “sólo 1.000 euros”.

Respecto al supuesto linchamiento mediático es verdad que ha habido medios, en especial televisiones, de orientación izquierdista, que se han cebado con Barberá. Como con Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, José María Aznar... ¿Y? ¿Es que acaso las televisiones de derecha y sobre todo las ultras, no han hecho y hacen lo propio con Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Carles Puigdemont...? Claro que sí. Y en cuanto a los “perseguidos” por ser sospechosos de corrupción sin mediar condena, lo que a juicio de los derechistas que se rompen ahora vestimentas es una intolerable injusticia, ¿es que sólo vale la queja para Barberá, y el resto del PP, y sin embargo no vale para, pongamos por caso, Jordi Pujol? Porque es de suponer que nadie dirá que a Pujol y familia no se les ha perseguido de lo lindo. En especial la premsa, radios y televisiones de derechas y ultras, cuyos tertulianos -siempre muy plurales: de la derecha más rancia a la más extrema, pasando por la radical- dan por hecho con pasmoa facilidad la culpabilidad del ex de la Generalidad catalana -más allá de la irregularidad fiscal de tener, como lo tuvo Emilio Botín y miles de otros ricos españoles, dinero oculto en Suiza- llamándolo de todo menos guapo. Sin que ningún juez lo haya condenado todavía. Así que menos lobos con las fantasías de la “persecución” sufrida por Barberá. No fue diferente a tantos otros casos.

Ahora bien: ¿que hay que debatir sobre la famosa “pena de telediario”? Pues vale, debatamos. Porque es cierto que la Ley de Enjuiciamiento Criminal insta a la autoridad judicial a “proteger la imagen, honor e intimidad” de los detenidos. Lo cual brilla por su ausencia en España. En otros países, por ejemplo en Francia, está prohibido publicar fotos de los detenidos. Así que sí, tal vez deberíamos debatir y en su caso cambiar este espectáculo de gente en las portadas de diarios y oberturas de informativos televisivos esposados y ya estigmatizados pase lo que pase finalmente con su causa judicial. Pero cuidado: debatámoslo y en su caso rectifiquémoslo pero para todos los detenidos. No sólo para los políticos. Tiene sus bemoles que éstos sólo se hayan preocupado de la susodicha pena cuando toca padecerla a alguno de sus colegas y que jamás les molestara cuando afectaba, y afecta, a tantos otros miles de ciudadanos que no pertenecen a su reducida aristocracia.