TW
0

Aunque a los nacionalistas les irrite, lo cierto es que las urnas han dado un varapalo a Artur Mas, a CiU y han desvanecido la posibilidad de la independencia. Se mire cómo se mire es así. En política las sumas aritméticas facilonas (CiU más ERC, tantos diputados: mismamente) son el refugio de la ceguera voluntaria. Y no hablemos ya de lo que algunos sesudos analistas nacionalistas pretenden: sumar  al bloque separatista a Iniciativa-Izquierda Unida para pretender hacer ver una amplia mayoría que no existe. El fracaso indepedentista es total. No habrá independencia y tampoco referéndum. Porque aunque CiU se escudara en ERC para convocarlo, el Tribunal Constitucional lo anularía y no pasaría nada. Eso es lo que ha determinado el fracaso de Mas. Que el referéndum, de haberlo, será una pantomima pactada con Madrid para que CiU no quede tan mal. En Madrid que ERC sea independentista se asume y no asusta a nadie. Se le aguanta -más mal que bien- y ya está. El problema era CiU. Que a Mas le saliera bien lo de la "mayoría excepcional" suya, propia, maleable a voluntad. Eso era lo que aterrorizaba. Para bien o para mal -allá cada cual con su opción- eso no ha sido y no será en el futuro, al menos en muchísimos años. Vamos, que no ha nacido todavía el catalán que pudiera ver algo diferente. Otra cosa  es que todo pueda seguir siendo igual en España. El país tiene un problema serio de definición estructural. El sistema autonómico hace aguas y aunque no sea el responsable -que no lo es- del dispensio público, su utilidad -caso balear, por ejemplo- es discutible. El "café para todos" fue un mal invento. Ahora que el PNV está más moderado que en los últimos años y que CiU ha recibido el palo en las urnas, debería ser el momento en que los dirigentes de PP y PSOE asumiesen que hay que hacer cambios pactados con los nacionalistas pragmáticos catalanes y vascos. Cambios no para salir del paso, sino para refundar España.