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Tras las provocaciones con lo del catalán, llega el momento de provocar con el cemento. Con el hotel supuestamente de Es Trenc –que no es ahí exactamente donde estará sino en Sa Ràpita, pero bueno: así ha quedado ya bautizado-. Por supuesto la izquierda y el ecologismo, como en su caso el catalanismo a cuenta del idioma histórico, han entrado al trapo. Esquerra Unida convocó una concentración de protesta in situ a la que acudieron aproximadamente medio centenar de personas y que, al estilo de los organizadores de todo acto de calle, los multiplicaron por ocho. Qué más da cuántos eran. Lo que importa es que el gobierno de José Ramón Bauzá se ha abierto otro flanco de potencial erosión. El más tradicional del PP: el del urbanismo. Posiblemente no haya una mayoría social que recrimine a los conservadores ni lo del catalán ni ahora tampoco lo de facilitar –el Govern con la declaración de interés autonómico, el Consell con el cambio del Plan Territorial- más construcciones, pues al fin y al cabo suponen puestos de trabajo, que es lo único que interesa a la inmensa mayoría. Pero que no haya esa crítica social abrumadora no significa que abrir tantos frentes le vaya a salir gratis al PP. Es como si Bauzá no hubiera aprendido nada de Jaume Matas. El expresidente disfrutó abriéndose frentes de potencial erosión, creyéndose inmune. Lo era a cada uno en particular, pero la suma de uno y otro acabó por impedirle –aunque fue por muy poco, todo hay que decirlo- la mayoría absoluta en 2007. El actual presidente del PP y del Govern está actuando de una forma muy parecida a la de Matas, políticamente, claro está. Es curioso. Matas odió a su antecesor, Gabriel Cañellas, aunque acabó copiándole lo peor: el desprecio hacia su oposición. Y Bauzá hace lo propio respecto a Matas. En fin, queda mucho para las próximas elecciones autonómicas, tres años, pero desde luego hay semejanzas entre lo que hace Bauzá e hizo Matas en el mismo breve espacio de tiempo después de llegar a la presidencia. Suficientes similitudes al menos como para que el PP pudiera aprender de errores del pasado e intentar rectificarlos en el largo tiempo que queda. No aprende, sin embargo.