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Mucho se interpreta sobre el comunicado de ETA en el que anuncia el cese definitivo de la violencia. Es curioso constatar cómo a algunos parece que les duela que los terroristas digan que no van a matar más. Y cómo montan una manifestación preventiva contra no se sabe muy bien qué. De su enfebrecida imaginación surgen conspiraciones que consideran “probadas” porque hay evidencias de contactos secretos entre ETA y el gobierno. ¿O no los había cuando el mentiroso Jaime Mayor Oreja era ministro? Por supuesto que los había. Como ha pasado con todos los demás ministros del Interior. Y es su trabajo que así sean estos contactos: secretos y eficaces en la medida de lo posible. Así se ha llegado dónde estamos. A partir de ahora empieza un proceso largo. Que se supone –o así todo el mundo lo supone- que va a tener que gestionar Mariano Rajoy. Si es que, tal y como aventuran todas las encuestas conocidas hasta ahora, en efecto gana por mayoría absoluta las elecciones generales del próximo día 20 de noviembre. Y vista la reacción moderada, centrada y adecuada de Rajoy ante el comunicado de ETA, y lo mal que ha caído ésta entre el sector más extremado de su partido y entre todo el resto de la ultraderecha, cabe imaginar que si es presidente tendrá en la negociación con ETA un serio flanco de potencial erosión. Tanto que es creíble, al menos hoy por hoy, que la extrema derecha pueda llegar a romper con el sector mayoritario del PP, el normal. ¿Tendremos a medio plazo un partido de extrema derecha liderado por algún gurú de las conspiraciones, tipo Mayor Oreja o Esperanza Aguirre, impulsado mediáticamente por el ínclito ultra de las ondas Jiménez Losantos?