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El conseller d’Empresa, Ocupació i Energia, Alejandro Sáenz de San Pedro, contrató los servicios de una agencia de detectives de Palma para que buscaran supuestos micrófonos ocultos en su despacho. El operativo costó más de 4.000 euros del dinero público y las conclusiones fueron que, si bien no se hallaron artilugios escondidos, sí pudo haberlos en un pasado reciente. Se debe dar por hecho que si Sáenz de San Pedro encargó este trabajo debía tener fundadas sospechas de que alguien podía espiarle. No obstante, los profesionales no encontraron nada. Hace unos años ya se buscaron micros escondidos en el despacho del entonces Presidente de la Autoritat Portuària. En aquella ocasión, los investigadores privados hallaron dos microcámaras de última generación en el techo del despacho de Joan Gual de Torrella. Después se aclaró que los había ordenado instalar el anterior responsable, pero se olvidó de comunicarlo cuando dejó el cargo.

Críticas de Més.

Sea como fuere, Més no ha tardado en pedir explicaciones por este asunto, sobre todo por la suma que ha tenido que abonar el Govern por este trabajo. Según ha trascendido, la idea de buscar micrófonos ocultos fue una recomendación policial, aunque tampoco ha quedado del todo claro en qué circunstancias se produjo esta propuesta.

El maletín espía de 2003.

El asunto en cuestión recuerda al famoso maletín espía de 2003, cuando el entonces conseller José María Rodríguez aseguró que se había localizado uno de estos artilugios, adquirido supuestamente por su antecesor, José María Costa. Tampoco entonces quedó suficientemente aclarado el caso. Casi dos décadas después, aunque con algunos matices, se repite una historia que sus protagonistas deberían intentar explicar.