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En estas fechas postnavideñas, cuando ya han acabado todas las fiestas del calendario, buena parte de la población balear padece los efectos de las enfermedades respiratorias, especialmente la gripe. También hay un aumento -previsible- de los casos detectados de coronavirus, algo comprensible debido a los encuentros sociales propiciados por Navidad, Fin de año y Reyes. Sin embargo, lo que realmente preocupa a las autoridades sanitarias es que lo peor está por llegar y que la vuelta al cole de los menores puede agravar la situación. No hay que olvidar que todas las patologías respiratorias empiezan con los niños, menos la COVID. Las campañas de vacunación no han sido suficientes y los contagios se multiplican a una velocidad inquietante. Esta explosión de los virus respiratorios llega, además, en forma de tridemia: conviven la gripe, el coronavirus y los virus de los bebés. Una tormenta perfecta cuyas consecuencias están por ver.

Peligro de saturación.

Una de las principales consecuencias de esta explosión de virus respiratorios en el archipiélago, principalmente en Mallorca, es que los centros de salud y la salas de urgencias de hospitales y clínicas queden saturados por la cantidad de afectados que acuden. Lo habitual en estos casos es que los niños contagien a los adultos la patología y después una parte de los afectados precise de asistencia médica. No es una cuestión baladí, algunos casos pueden llegar a complicarse y ocasionar serios trastornos de la salud.

Pocos niños vacunados.

Este año, las autoridades sanitarias habían ampliado las vacunas a los más pequeños, pero el mensaje no ha calado entre los padres, ya que solo un 20 % han llevado a los menores a vacunarse. Quizás en este punto haya influido el hartazgo de muchos padres tras años de campañas de vacunación por la COVID y el aumento de las voces que las cuestionan. De nuevo, las secuelas de la pandemia lastran la sanidad pública, casi cuatro años después.