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La prolongación de tres autopistas en Mallorca –de Campos a Santanyí, de sa Pobla a Alcúdia y de Son Ferriol al Coll d’en Rabassa– forma parte del programa del gobierno conjunto del Consell de Mallorca que negocian el Partido Popular y Vox. La propuesta supone una ruptura radical con las políticas del Consell, titular de las competencias en materia de carreteras, durante los últimos años, en los que la gestión estaba en manos de la coalición de izquierdas. De hecho, durante la pasada legislatura sólo se culminó la prolongación de la vía de Llevant hasta Campos, cuyas obras ya había iniciado el PP. El resto de proyectos similares quedó aparcado por entender que su ejecución suponía un consumo exagerado de territorio y entraba en colisión con las políticas medioambientales para frenar el cambio climático.

Proyectos ya previstos.

Cabe señalar que el acuerdo entre el PP y Vox se limita a plantear la licitación de vías que han figurado en los planes de ampliación de la red viaria mallorquina, que soporta una de las densidades más altas de tráfico rodado y no sólo durante la temporada turística. De hecho, la prolongación de la autopista central –Ma-13– hasta Alcúdia tiene la reserva de espacio en todo su recorrido desde hace décadas. Por tanto, no se trata de poner en marcha obras cuya idoneidad no haya sido estudiada con antelación por los correspondientes servicios técnicos.

Las nuevas exigencias.

Acometer la puesta en servicio de estos nuevos tramos por parte del Consell no debería ser incompatible con el esfuerzo por minimizar su impacto, tanto desde la perspectiva medioambiental como del consumo de territorio. Sería un error soslayar la sensibilidad de la sociedad mallorquina en su conjunto en materia de protección de la naturaleza, al igual que abandonar las políticas de promoción del transporte público, incluido el tren.