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Esto parece deducirse de los datos más recientes: la inflación empieza a ceder. Causas: primera, caída de precios de las materias primas energéticas en los mercados internacionales a partir del verano pasado; segunda, superación de los estrangulamientos de oferta –recuerden la parálisis en el transporte de mercancías desde los grandes puertos chinos, que tensó al alza los precios–; tercera, aplicación de medidas concretas de carácter fiscal por parte de los gobiernos. Todo esto ha posibilitado que la inflación global y en el área del euro inicie un proceso de ralentización profundo: desde un 10,6 % en octubre de 2022 a un 6,9 % en marzo de 2023. Reducción importante.

En la economía española, las cifras también se acoplan a esa sintonía. Los precios se van moderando, y ya se encuentran por debajo del 5 %. De esta forma, España es el tercer país con menor inflación en el marco de la Unión Europea. Y, además, con un crecimiento económico robusto: en el primer trimestre de 2023, ha sido del 0,5 %, el nivel previo a la pandemia. Las causas: el incremento del sector exterior –importaciones y exportaciones–, más la dinámica actividad de los servicios, con cifras que ya se sitúan en los niveles anteriores a la COVID, junto al impulso fiscal y a la solidez del mercado de trabajo, reforzada tras la Reforma Laboral. Los datos son ilustrativos: crecimiento de más de un 4 % de las horas trabajadas en el primer trimestre de 2023; y aumento del total de personas ocupadas del orden del 2,3 %, por encima del nivel prepandémico. El corolario: una tasa de paro en el entorno del 13 %, con intenso crecimiento de la contratación indefinida (todas las cifras proceden del Informe Anual 2022, del Banco de España).

Ahora bien, a pesar de la caída de los precios, su traslado a los alimenticios está resultando más lenta, si bien ya se ha apercibido en el último dato de abril 2023. Esto sugiere que se debe actuar sobre este vector crucial para la población, desde la política fiscal. En este contexto, la actuación de la política monetaria de la mano de los bancos centrales tenderá a atenuar las subidas de tipos de interés. Las últimas conocidas han sido suaves –0,25 puntos–, si bien se insiste en mantener nuevas subidas en el futuro inmediato. Sin embargo, cabe indicar un factor clave: el origen de la inflación que estamos viviendo es, como se sugería, de oferta, no de demanda. O sea, no se ha producido por un ‘sobrecalentamiento’ de la economía, sino por causas derivadas de la guerra de Ucrania. ‘Desinflar’ la inflación con subidas recurrentes de tipos de interés puede conducir a escenarios depresivos, ya que el problema no radica en un exceso de consumo, sino en otros factores. Entre ellos, el gran incremento de los márgenes empresariales –los beneficios, en suma–, un hecho destacado por el Banco de España, que ha incidido en la necesidad de establecer pactos de rentas. Las cifras, de nuevo: cierre de 2022 y primer trimestre de 2023, los convenios han concretado subidas salariales que no van más allá del 2,88 %, mientras a la par los beneficios empresariales han subido más del 13 %. Evitar efectos de segunda ronda, pactando. Ahí está una clave.