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El pasado mes de febrero coincidieron en Mallorca más de un millón de personas, entre residentes y visitantes, una cifra histórica ya que nunca se había alcanzado en pleno invierno. Distintos factores han influido para lograr este registro como son el progresivo incremento de la población con una inmigración reactivada tras la pandemia y, por supuesto, el adelanto de la temporada turística como consecuencia de la desestacionalización. Con todo, el dato, facilitado por el Institut Balear d’Estadística (Ibestat), corrobora el incremento de la presión demográfica y la necesidad de adoptar medidas que palíen sus efectos más perjudiciales para el conjunto de la sociedad.

Los flujos migratorios.

La recuperación de la economía, en especial del sector turístico, tras la crisis provocada por la COVID ha reanudado las corrientes migratorias hacia la Isla, que mantiene intacto su atractivo tanto para quienes buscan un futuro más próspero como para aquellos que han decidido que sea su nuevo lugar de residencia. Este fenómeno está vinculado a una prolongación de la actividad turística, este año favorecida por una estrategia comercial que ha permitido tener más establecimientos abiertos. Esta retroalimentación de coyunturas favorables ofrecen este registro inédito de población en Mallorca que permite augurar en los próximos meses nuevos hitos en material poblacional nunca alcanzados hasta ahora.   

Adecuar los servicios públicos.

Superar el millón de habitantes sólo en Mallorca en febrero es un síntoma claro de que es preciso adecuar las prestaciones a esta nueva realidad. Toda esta población reclama servicios públicos en áreas como la sanidad, la educación o la red viaria; además de otros suministros como abastecimiento y depuración de agua o tratamiento de residuos. Mallorca, y el conjunto de Balears, debe abordar cuanto antes el reto poblacional si de verdad quiere asegurarse el futuro.