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Las dantescas imágenes de trece vehículos calcinados por un pirómano en las calles de Porreres, y la dificultad de los efectivos de emergencias para detenerlo, han puesto sobre la mesa un nuevo e inquietante escenario: que los ataques de incendiarios, tan tristemente frecuentes, se trasladen a la Part Forana. En la capital, la Policía Nacional, la Policía Local e incluso la Guardia Civil –que inicialmente no actúa en Palma– tienen grandes plantillas, pero en muchos pueblos de la Isla la situación es más precaria, lo que plantea no pocos temores. El caso de Porreres, pues, podría suponer un punto de inflexión.

Tres años de ataques en la capital.

La experiencia de Palma, donde desde hace tres años se suceden ataques más o menos periódicos en contenedores y coches estacionados, a pesar de los ímprobos esfuerzos policiales –que han conseguido detener a numerosos pirómanos–, evidencia que se trata de una lacra muy difícil de combatir. A pesar del elevado número de delincuentes que han ingresado en prisión, se siguen sucediendo los fuegos intencionados en nuestras calles. La Jefatura palmesana está realizando brillantes investigaciones para dar con los pirómanos, pero surgen continuamente imitadores y la tarea de descubrirlos es compleja.

Las ‘defensas’ de la Part Forana.

Visto, pues, el ejemplo palmesano, no es de extrañar que las Fuerzas de Seguridad teman ahora que los incendios en coches y contenedores se propaguen de la noche a la mañana a la Part Forana. Las ‘defensas’ en los pueblos no son tan contundentes como las que hay en Palma, así que sería positivo reabrir el debate sobre la necesidad de ampliar las plantillas de las policías municipales. También sería deseable contar con más guardias civiles en algunas zonas de la Isla, ya que la Benemérita hace –como la Policía Nacional en Palma– una labor encomiable, pero el déficit de agentes es un lastre a veces insuperable.