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Disponer de una vivienda en propiedad es, todavía, una de las prioridades de los ciudadanos. Este deseo, compartido con las generaciones anteriores, se ha convertido en casi inalcanzable por los precios casi desorbitados que ofrece el mercado inmobiliario en la mayoría de localidades de Balears, y de manera muy significativa en su capital, Palma. Los tasadores, que monitorizan las operaciones de compraventa, aseguran que en el último ejercicio el incremento de valores apenas ha sido del 0,7 por ciento; dato que confirmaría un parón en las constantes subidas de la cotización de pisos y casas en la mayoría de los barrios palmesanos.

Precios inalcanzables.

El que se enfríe la línea de subida constante en el mercado inmobiliario de Palma hay que considerarlo una buena noticia, aunque también merece ser matizada. Siendo Balears la comunidad en la que sus residentes deben realizar el mayor esfuerzo financiero para comprar una vivienda de todo el Estado, parece lógico que en algún momento el mercado haya llegado a su máximo si no quiere correr el peligro de anular la demanda. Los palmesanos, en su gran mayoría, ya no tienen posibilidades de hacer frente a los costes de financiación de su casa, la respuesta ha sido detener las subidas constantes. Habrá que seguir de cerca el tiempo que dura esta meseta en la compraventa de inmuebles en Palma, un efecto que podría extenderse al resto de las Islas con los correspondientes matices en función de la localización y tipología.

El papel de las instituciones.

La vivienda es en Balears un problema prioritario para los ciudadanos, pero los esfuerzos de la Administración –local y autonómica, que son las competentes en la materia– para resolverlos apenas se han notado. El contrapeso de las acciones públicas es todavía irrelevante ante la magnitud del escenario tan desfavorable al que se deben enfrentar quienes tratan de conseguir una vivienda digna.