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Hoy publicamos una entrevista exclusiva de impacto con Bartolomé Sbert, el número dos del empresario Bartolomé Cursach y acusado clave en toda la trama de supuesta corrupción que ha acabado en un estrepitoso fracaso de la instrucción del exjuez Penalva y el exfiscal Subirán. Las declaraciones del conocido empresario, que rompe su silencio por primera vez, revelan con estremecedora claridad el calado devastador de una macrocausa que durante seis años se llevó por delante presunciones de inocencia y la honorabilidad y buena reputación de decenas de inocentes de Mallorca.

La tormenta perfecta

Durante el relato, Sbert insiste en que durante aquellos oscuros años, a principios de 2016, se formó la «tormenta perfecta»: un juez, un fiscal, un grupo policial y un medio de comunicación. Y que los encausados, y en especial él y Cursach, así como algunos políticos del PP y policías locales de Palma, tuvieron que soportar una cadena de mentiras vertidas por testigos sin ninguna credibilidad cuya palabra se elevaba a dogma. De esta forma, se veían totalmente desprotegidos y desamparados por una Justicia que, en realidad, funcionaba de forma contraria a lo que se espera de un juez y un fiscal y trituraba el prestigio de las víctimas que caían en sus redes.

La cárcel no compensará

Pese a todo, llama poderosamente la atención a la que llega Tolo Sbert en la entrevista: está hundido, él y su familia siguen en tratamiento, pero pese a todo no siente odio por Penalva y Subirán. Solo pena. Y hace una profunda reflexión: la cárcel, si final acaban condenados exjuez y exfiscal, no le compensará a él y al resto de procesados el calvario que han sufrido durante estos seis años. Un infierno que los ha destruido anímica, social y laboralmente. Una muerte en vida que debió ser evitada por los mecanismos de la Justicia. La absolución, tardía, de todos ellos no basta.