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La Iglesia católica está preparando la celebración del sínodo universal convocado por el papa Francisco para octubre del próximo año, un proceso también iniciado en la Diócesis de Mallorca con la participación de las distintas comunidades en un debate abierto. La jerarquía católica de la Isla ha expresado en reiteradas ocasiones su preocupación por algunos aspectos que comparte con el resto del Estado e incluso con países de nuestro entorno, como es la falta de vocaciones, la pérdida de fieles y la sensación de una creciente desconexión con la realidad social. El sínodo, pues, se plantea como un punto de partida para recuperar presencia en el mundo actual.

Cercanía y papel de la mujer.

En las recientes sesiones del sínodo diocesano se ha puesto de manifiesto la reclamación de una aproximación de la Iglesia católica a las necesidades sociales, una labor constante –con un papel protagonista de Càritas y las diferentes parroquias– pero que apenas logra el reconocimiento ciudadano. El otro aspecto que cobra fuerza desde las bases de los creyentes es, sin duda, la necesidad de reforzar el papel de la mujer dentro de las estructuras del clero. Algunos, como el colectivo de sacerdotes secularizados, reclama su acceso a la ordenación sacerdotal mientras plantea la abolición del celibato.

Modernizar los planteamientos.

Este sínodo convocado por el papa Francisco es una oportunidad para que la Iglesia católica de un paso hacia la modernización que no puede ser desaprovechado, incluso en momentos tan complicados como los actuales en los que los episodios conocidos de abusos a menores siguen siendo uno de los lastres más severos frente a la opinión pública. La sociedad mallorquina, al igual que toda la occidental, ha cambiado de manera radical en las últimas décadas y por eso es preciso este esfuerzo de acoplamiento de la Iglesia católica a los nuevos tiempos.