Los datos sobre el incremento de las instalaciones de placas solares para el autoconsumo eléctrico son espectaculares. Las subvenciones públicas y la progresiva concienciación ciudadana sobre el cambio climático explican, al menos en parte, la evolución de la demanda. En la misma línea hay que situar los nuevos parques, de grandes dimensiones, que también salpican la geografía mallorquina; es un negocio que tampoco pasa desapercibido para el sector eléctrico. Pero claro, esta eclosión también tiene sus efectos paisajísticos. A medida que avanza la proliferación de placas se hace más evidente el tributo estético y territorial que se paga.
El autoconsumo eléctrico, entre la ecología y la estética
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