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La reforma laboral, cuyo proyecto había comenzado a plantearse, ha generado una crisis en el Gobierno por la pugna entre dos vicepresidentas, la socialista Nadia Calviño y la ‘podemita’ Yolanda Díaz, la primera encargada de Asuntos Económicos y la segunda de Trabajo. La cuestión es que desde Unidas Podemos se denuncia la injerencia de Calviño en un tema que se considera un área de su responsabilidad exclusiva, cuestión que creen que debe resolverse en el seno de la mesa bilateral de los dos partidos que integran el Gobierno. Desde Bruselas, el presidente, Pedro Sánchez, ha salido en defensa de su responsable de la política económica y ha tratado de rebajar la tensión en el seno del Ejecutivo entre ambas formaciones.

Parcelas incomunicadas.

El movimiento de Unidas Podemos tiene todos los indicios de que trata de contener el papel del PSOE, y en especial de Pedro Sánchez. La formación morada observa con recelo como los socialistas acaparan los réditos de la gestión gubernamental, incluso en un tema tan trascendental como la reforma laboral y en la que su futura líder, Yolanda Díaz, juega sus principales bazas electorales. Por contra, Nadia Calviño tiene el encargo de Sánchez de velar por la ortodoxia económica del Gobierno y, de manera muy especial, evitar los exabruptos que puedan ser rentabilizados por el Partido Popular. Lo ocurrido es una buena prueba de la descoordinación entre ambas vicepresidencias.

Un primer aviso.

El actual desencuentro entre PSOE y Unidas Podemos no parece que tenga un gran recorrido, aunque constituye una primera advertencia de un previsible goteo de nuevas desavenencias; un proceso que se incrementará a medida que avance la legislatura. Unidas Podemos necesita desmarcarse y acotar su espacio político que considera invadido por los socialistas. La circunstancia podría ser un primer episodio serio de la desconfianza mutua.