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El proyecto de peatonalización del centro de Ciutat, ‘Palma camina’, que el gobierno municipal tiene previsto activar en los próximos meses genera una gran oposición; en especial en el sector comercial. Las patronales presentaron ayer la campaña ‘Palma camina hacia la ruina’, a la que se han adherido alrededor de dos mil establecimientos. Es un movimiento creciente que tiene su raíz, en buena medida, en la incapacidad de interlocución por parte del Ajuntament. Una iniciativa de esta envergadura requiere, sin duda, una elevada dosis de consenso si de verdad se quiere garantizar su éxito y permanencia.

Evitar la alcaldada.

El alcalde de Palma, José Hila, debería ser el primer interesado en evitar que la apuesta por la peatonalización del interior del anillo de las Avenidas –sólo podrán aparcar los residentes– se interprete como una decisión arbitraria e impuesta. Pacificar el tráfico rodado es un objetivo que comparten numerosas ciudades europeas, una tendencia de la que Palma no puede excluida. Sin embargo, el gobierno de Cort no puede, de manera unilateral, pretender sacar adelante una iniciativa con un rechazo tan amplio que alcanza a vecinos y comerciantes. Baste recordar la experiencia efímera del carril bici de las Avingudes. Desapareció convertido en un icono político con el cambio de alcalde.

Recuperar el diálogo.

El encuentro previsto para el próximo día 10 de noviembre es una oportunidad para tratar de reconducir esta crisis ciudadana. La cita debe posibilitar el acercamiento de posturas si se acude con ánimo de entendimiento por ambas partes. Es preciso flexibilizar las posiciones para hacer viable la esencia de una propuesta que debe ser un instrumento de mejora de la calidad de vida en el centro de Palma y, por extensión, de toda la ciudad. Rebajar la tensión es un buen principio para alcanzar un acuerdo del que deben salir beneficiados todos los palmesanos.