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El plan presentado por la presidenta del Govern, Francina Armengol, por el que Baleares invertirá 4.640 millones de euros en la próxima década con cargo a fondos procedentes de la Unión Europea es, sin duda, una de las noticias económicas más importantes de los últimos años. La ayuda financiera a proyectos estratégicos de las Islas puede suponer un punto de inflexión respecto a nuestro futuro económico, más teniendo en cuenta el apoyo de los principales agentes sociales –patronal y sindicatos–, además de otras instituciones de prestigio, como es el caso de la Universitat. Esta es una de las grandes oportunidades que no se pueden desaprovechar.

Recuperar el europeísmo.

Aunque en demasiadas ocasiones se trata de ocultar o minimizar, resulta imprescindible reivindicar el papel de la Unión Europea en los momentos más críticos. Son muchos los reproches que se le pueden hacer a una organización mastodóntica y excesivamente burocratizada, pero el golpe económico de la COVID –por citar el ejemplo más reciente– en España hubiera sido muy superior si no se hubiese contado con el apoyo de Bruselas. Las partidas Next Generation habilitadas por la UE, por un importe de 1.600 millones, son el avance de la nueva dinámica inversora en la que se verá inmerso no sólo el Govern, también todo nuestro tejido empresarial.

Ausencias inexplicables.

Alrededor de un centenar de proyectos están vinculados a la nueva estrategia inversora de la próxima década, que se calcula que puede acabar generando hasta 71.000 puesto de trabajo; buena parte de ellos en sectores de la máxima cualificación. Es por ello que sorprende el rechazo de dos formaciones, el Partido Popular y Vox, a una iniciativa que cuenta con un amplio respaldo político –participan también todos los consells y ayuntamientos– y social. No es el momento de iniciar un tactismo del que sale perjudicado en conjunto de la sociedad.