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La población escolar de Baleares se ha incrementado con tres mil alumnos para el próximo curso, la cifra más alta de todo el Estado. En la última década, el aumento, en términos absolutos, ha sido de 26.000 escolares; una cifra que da cuenta de la dimensión de un problema todavía mayor: la evolución demográfica de las Islas y sus consecuencias. La población del Archipiélago no deja de crecer, una evolución paralela a la bonanza económica como polo de atracción migratoria, pero que al mismo tiempo pone a prueba la capacidad de los servicios públicos, las infraestructuras y los recursos naturales. Es el eterno debate sobre los límites al crecimiento en un territorio escaso.

Un síntoma más

Incorporar tres mil nuevos alumnos en el inicio del curso desbarata cualquier planificación previa, tanto en las infraestructuras como en el número de docentes. Los centros educativos resultan insuficientes en apenas unos años, desbordados por una demanda que aumenta casi de manera exponencial; en estas circunstancias el recurso de las aulas prefabricadas resulta inevitable para los responsables educativos. La dinámica de Baleares contrasta con otras comunidades que siguen una tendencia inversa, como serían Canarias o Cataluña.

Un problema complejo

Limitar el crecimiento de la población en las Islas es una cuestión que se plantea con insistencia desde determinados sectores, los cuales advierten de los peligros que supone no intervenir sobre esta cuestión. Los datos referidos al alumnado se suman a la escalada del precio de la vivienda, el colapso circulatorio o el consumo de agua, por citar sólo algunos índices. La visión de conjunto define con precisión la magnitud del problema sobre el que no se adivinan soluciones sencillas pero que no por ello se pueden aplazar de manera indefinida. La sociedad balear en su conjunto debe reflexionar y comenzar a definir qué futuro quiere.